El duelo en tiempos de COVID-19 (Parte 1)
- Luisa Aguirre
- 26 jul 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 ago 2022
Cada duelo tiene sus particularidades, es único e irrepetible para cada persona que lo experimenta. El duelo por COVID-19 no es la excepción, un duelo por una enfermedad repentina y mortal que nos ha recordado la fragilidad de nuestra existencia.

Antes de leer este artículo, sugiero que encendamos una vela mientras realizamos la lectura, esto para honrar a todas las personas que han fallecido a raíz de esta pandemia y por las millones de familias en el mundo que han enlutado.
La muerte por una enfermedad suele ser muy frustrante. En el contexto actual llevamos más de dos años escuchando lo mismo, es inevitable sentir miedo, culpa o apatía. Nos ha tocado ver el viacrucis de todas esas familias, desde el momento en que un resultado sale positivo y llega como un balde de agua fría, hasta las preguntas: ¿y ahora qué hago?, ¿dónde me contagié?, ¿con quiénes tuve contacto?
Nos ha tocado lidiar con todas esas interrogantes y la angustia de toda la desinformación alrededor de la enfermedad. Hemos visto a familias enteras buscar ayuda en hospitales abarrotados; tristemente en nuestros países, los costos elevadísimos para tener acceso a la salud, han hecho de ella el privilegio de unos cuantos; además de la escasez de oxígeno y un sinfín de obstáculos que se han vivido, sobre todo en las primeras tres olas de la pandemia.
A esto debemos sumar el aislamiento, no podíamos atender a nuestros enfermos con la cercanía que se cuida a otras personas con otro tipo de enfermedad, hubo quienes desde lejos a través de videollamadas cuidaban, y en otros casos veíamos al valiente que dio un paso al frente arriesgando su propia salud, así como los médicos de primera línea, todo esto mientras se lidiaba con contagios masivos.
No podemos ignorar que nos hemos enfrentado a un duelo colectivo, no solo por la enfermedad sino también por nuestra vida habitual, dejamos atrás la sociedad que conocíamos. Pero hablemos específicamente de la muerte de un familiar, por duro que parezca viene a darnos una gran lección; aprenderemos a través de las diferentes fases, debemos elaborar cada fase con amor, paciencia y también gratitud porque tuvimos a ese ser amado. Nadie nos ha enseñado a elaborar nuestros duelos, la forma correcta será vivirlo, transitarlo, abrazarlo mientras se va aliviando con el tiempo y, aunque no desaparezca la añoranza por el ser amado, aprenderemos a vivir con su ausencia, recordando con amor.
Tenemos que tener claro que el duelo es un proceso largo, y debemos aprender a integrar esa ausencia a nuestra nueva vida para, posteriormente, llevar ese duelo al siguiente nivel que será procesarlo en el corazón.
Nunca faltarán las preguntas ¿por qué?, ¿por qué él?, ¿por qué ella?, ¿por qué a mí? honestamente no tengo la respuesta para esas preguntas, de lo que sí estoy segura es de que todo ocurre con un profundo propósito, podemos llamarlo Dios, plan divino, destino, etc., como tú quieras llamarle o bajo las creencias que practiques.
Tengo la certeza que la vida es un proceso pedagógico para nuestra alma, y nos hace enfrentarnos a diferentes pruebas para que esa alma aprenda, crezca y florezca.
Continuará...
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